450 ambulantes aprovechan a los cientos de clientes y fieles que abarrotan el templo Guadalupano en la capital
Mayra Flores
La espera de al menos 20 minutos en una fila para ingresar a la iglesia de la Virgen de Guadalupe, mejor conocida como La Villita no es nada comparado con el fervor que se desborda para agradecer o pedir favores a ‘la morenita del Tepeyac’.
Desde temprana hora el paseo Bravo está convertido en punto de encuentro de quienes asisten a refrendar su fe en la madre de Cristo y como cada año también están presentes quienes encuentran en la fecha una oportunidad de ventas.

Pero ‘primero lo primero’, dice una señora de la tercera edad al dirigirse a unos niños, probablemente sus nietos, que insisten en ir a comprar un helado porque la fila está muy larga y hace calor.
Pero al final se impone la voluntad de la mujer y permanecen en la fila que a paso lento avanza al interior del templo Guadalupano, en el que los fieles por instantes pueden apreciar la imagen de la Virgen, santiguarse, pedir o agradecer su intervención y en algunos casos encender una veladora.

Los mismos responsables de La Villita se encargan de organizar el ingreso y salida de los fieles, hay de todas las edades y asisten regularmente en familia, a los pequeños los llevan vestidos como Juan Diego como indica la tradición, que fue elegido por la Virgen para conocerlo hace 488 años en el cerro del Tepeyac y confiarle su solicitud para que le construyeran ahí mismo un templo.

Una vez cumplida la visita, las familias tienen la oportunidad de llevar un recuerdo de este día, en el atrio de la iglesia fotógrafos colocaron escenarios que tienen de fondo a la Virgen de Guadalupe y hubo hasta quienes llevaron ponis para que los niños puedan subir a ellos y posar para la foto que tiene un costo de 60 pesos.

Después viene el recorrido por las calles Reforma, 3 oriente y parte de la 11 sur, en donde se han instalado 450 ambulantes, de acuerdo con la información oficial del Gobierno Municipal, que venden desde comida hasta los artículos propios de la temporada.

Veladoras, flores, imágenes, ropa para los pequeños por si no se adquirió el atuendo a tiempo y hasta el maquillaje para pintar a los niños bigotes están entre los artículos religiosos más requeridos.

Pero hay más, desde comida en la que destacan las chalupas poblanas, tacos, quesadillas, gorditas y pan de fiesta, hasta puestos que tienen bufandas, gorros e incluso ropa interior como mercancía.
«Es de las ventas más buenas» se comentan entre si los ambulantes que apresuran a atender y ofrecer su menú al paso de los clientes, es de hecho la última oportunidad que tendrán para instalarse de esa forma por venta de temporada en este año.