Más allá del cisma político que dejó la muerte de la gobernadora Martha Erika Alonso Hidalgo, Puebla padece los estragos de la indefinición de quién será el nuevo mandatario, la inseguridad crece y el rezago social se mantiene
Erick Almanza
Han iniciado las campañas por la gubernatura de Puebla tras la muerte de Martha Erika Alonso, quien legalmente ya era la jefa del ejecutivo en el Estado, y quien llegue a Casa Puebla enfrentará un reto mayúsculo ante lo fracturado de la entidad.
El primer problema que recibirá el nuevo gobernador es que 2019 será prácticamente un año perdido, pues gran parte del presupuesto del año se habrá ejercido, lo que dejará recursos limitados para operar.
La situación es aún más compleja debido a que el nuevo mandatario llegará con manos atadas en materia de recursos federales, pues dependerá de lo que haya hecho la administración interina para la obtención de capital, amén de que son recursos etiquetados, es decir, que el nuevo gobierno sólo podrá llegar a ejercer lo que planteó la administración de Guillermo Pacheco Pulido.
El tema cobra mayor relevancia ante la urgencia de estrategias en rubros como es el del combate a la delincuencia
Crece inseguridad y violencia

En el primer bimestre del año la incidencia delictiva en Puebla fue de 10,945 denunciados, de los cuales 229 fueron homicidios, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Pero más allá de las cifras, es perceptible el crecimiento de la violencia y del crimen organizado.
Como ejemplo está lo sucedido este martes, cuando elementos policíacos encontraron restos humanos en las inmediaciones del Mercado Morelos (en la capital de Puebla) , los cuales presumiblemente son parte de los cuerpos de las ocho personas que fueron encontradas decapitadas en Chachapa durante el fin de semana.
A ello se suma que continúen los atracos en transporte público y a transportistas, amén de ejecuciones en distintas partes de la entidad.
Persiste la pobreza

Las cifras que dio el propio gobierno en su Plan de Desarrollo Estatal (PDE), muestran como otro problema grave el de la pobreza, que actualmente es de 59.4 por ciento de la población. En situación de pobreza extrema se encuentra el 9 por ciento, es decir, más de medio millón de personas.
Un 14.5 por ciento vive carencia de calidad en las viviendas y 25.7 de la población que no cuenta con servicios básicos en sus hogares (drenaje, luz, agua potable, entre otros).
El 20.1 por ciento de los pobladores muestra carencias alimentarias, y 17.4 en servicios de salud.
Incertidumbre congela inversiones
Mucha de la apuesta del desarrollo de la entidad se sienta en lograr más llegada de capital que detiene el empleo y, con ello, se abone al combate a la pobreza.
La realidad es que hoy hay un período de incertidumbre por lo cual muchas inversiones se encuentran frenadas, lo que a su vez afecta en la generación de trabajos y fomenta el que siga creciendo la informalidad.
Según los datos de la agrupación «México, ¿cómo vamos?», Puebla tenía una meta de crecimiento de 4.5 por ciento en 2018 y sólo alcanzó un nivel de 2.6 por ciento.
Asimismo planteó generar 60,500 empleos formales y sólo alcanzó una tercera parte, al registrar 22,277. La productividad, referente a la generación de más pesos por hora trabajada, bajó a 105 pesos.
La informalidad creció a 69 por ciento de la población y la pobreza laboral (población que no puede adquirir su canasta alimentaria con su ingreso laboral) es de 46 por ciento.
TEMAS RELACIONADOS:
Cárdenas y Jiménez Merino, sin eventos públicos en el tercer día de campañas