Erika Rivero Almazán

Marko Cortés Mendoza recibió en las instalaciones del CEN a Eduardo Rivera Pérez para afinar los acuerdos para su candidatura a la alcaldía de Puebla. Sin embargo, la respuesta del poblano fue el silencio.
No dijo sí.
Pero tampoco dijo no.

Lalo mostró a Marko la encuesta de C&E Reserch publicada este lunes en varios medios de comunicación en donde poblanos lo colocan con una preferencia electoral de 53 por ciento, muy por encima del morenista más competitivo, Alejandro Armenta con un 26 por ciento. En esta misma encuesta, por cierto, la alianza Va por México sólo perdería si la encabezará José Chedraui Budib. Claro, según los números de C&E Reserch.
También mostró una suma de firmas de militantes panistas (casi mil) que lo apoyan para sus aspiraciones y la carta del priista Víctor Giorgana (a la que se suman expriistas como Germán Sierra Sánchez, Adela Cerezo y otros actores que desertaron recientemente).
La postura de Rivera fue que era el fiel de la balanza en la elección de Puebla, y que necesitaba el respaldo total de su gente para poder gobernar la ciudad. En pocas palabras, que su equipo de trabajo más cercano y leal lo acompañe en su Cabildo.

Y en ese punto, no hay negociación: «no voy a dejar que me impongan condiciones ni aceptar a otra gente que no sea la mía».
¿Cuántos lugares quieres ceder entonces?, preguntó el líder nacional, quien en todo momento se dedicó a escuchar a Lalo.
A la hora de cuadrar los números, de los 18 lugares en el Cabildo, incluidos el mismo Rivera y el síndico municipal, pidió 11 lugares más.
O sea, cedería 5 regidurías para repartirse entre los aliados y el resto de los grupos panistas, es decir: 1 para el PRI, 1 para el PRD y 3 para los panistas no yunques.
Cortés le advirtió que el PRI y el PRD difícilmente aceptarían esa negociación, pero Lalo objetó con que el PAN ganaría holgadamente la ciudad sin necesidad del PRI y mucho menos del PRD.
Y que es infructuoso ceder espacios a otros partidos políticos cuando no son necesarios para la victoria.
Ahora fue Marko Cortés el que ni dijo si ni dijo no.

Palabras más palabras menos, solo le avisó que lo iba a checar con el PAN de Puebla.
«Vente la otra semana», lo invitó.
Al parecer, las negociaciones en Acción Nacional están estancadas.
Y el juego de la liga que se estira y se contraer seguirá.
¿Hasta cuándo?
Hasta el 15 o 16 de febrero, como máximo.
O hasta que la liga se rompa.
¿La recomendación?
Un té de tila para los nerviosos.
El camino es un berenjenal y hay que irse con tiento.
Eso es en el PAN.
En el PRI la situación no es mejor.

Las negociaciones en la alianza siguen su curso y ya hay posiciones muy definidas, sobre todo, en las diputaciones locales.
Quien también está viajando mucho a la ciudad de México es José Chedraui Budib. En su intención de jugar por la alcaldía de Puebla ya propuso una planilla de regidores que integra las 3 fuerzas políticas PRI, PAN y PRD.
Sin embargo, su estrategia mediática es el silencio total.
Posiblemente se deba a que intenta no polarizar más las negociaciones con la alianza, aunque también podría resultar contraproducente porque muchos podrían tomarlo como duda o vacilación.
Para ser hay que parecer.
Y el silencio cede espacios que otros están dispuestos a llenar.
Por ejemplo, que miembros de su propio partido envíen una carta pública respaldando a su adversario panista deja mal parado no sólo a Pepe, sino también al presidente estatal Néstor Camarillo Medina.

La estrategia de Victoria Giorgana al encabezar dicha carta fue una estocada para Néstor.
No cuidaron ni las formas.
Otra liga que se estira y se afloja.
Hasta que se rompa.
